Alquimia

Yo, que he codiciado todo lo que se marchita

y he varado exhausto al pie de la corriente.

Yo, que he vivido mil paisajes,

no respiro otro aire que este

ni otro bálsamo más vivificante y más puro.

¡Ya se puede partir el horizonte en miles de astillas!

¡Ya puede la luna cambiar de órbita!

No habrá otra luna como esta

que nos cobije pálida y grande.

Ningún demiurgo presuntuoso

logrará la belleza única

con la que mi corazón alquimista

ha creado esta bóveda para nosotros.

¡Dejemos los caminos errantes

y demos vida a estas piedras!

¡Qué nuestra sangre tiemple su dureza!

¡Qué su humedad roja la inunde de fertilidad!

Llévame  hasta la dulce muerte del estero,

mis dudas eternas como rocas bruñidas

quedarán ancladas al borde del río

y todas las certezas se ahogarán en el mar. 

No hay nada imperecedero,

salvo la duda de un paciente alquimista.