Suroeste
He partido hacia el norte
con miles de otoños a mis espaldas,
con regusto de vendimias dulces,
y aromas de vino nuevo
vertidos en ánforas imposibles.
Amo todo eso,
eso que fue y ya no es.
En el camino perdí brújulas y cartografías
y los mapas que nadie dibujó
en los naufragios presentidos,
en los pórticos hacia el abismo.
El mar pasa, no dura,
ninguna ola es igual,
ningún puerto,
ningún bolardo.
Mi alma, un barco devalado,
se sienta a esperar no sé qué.
Pero estoy seguro, cuando acabe,
cuando el solano sea vencido por la umbría,
mi casa tendrá una ventana al suroeste.