Tras la noche el alba
Los ecos sin tejer, desencadenados,
marcharon al compás del silencio
en arpegios de rumores vacíos
para descansar en la cama de la playa
bajo la primera luz del horizonte.
La presencia alba
se abrió paso
rasgando el tul de la sombra
en el espacio horizontal
de amor y cuarzo.
Los caballos del horizonte
corren hacia el primer plano
y en su galope de rayos de sol
avanzan ignorando la medida
de tu cuerpo
suave y curvo.
Y en el abandono de la noche
los dioses no firmaron treguas
entre tinieblas y decepciones.
No hubo alianza
entre los colores del cielo
y la sombría paz del estero.