Ya solo le queda a la noche

Ya solo le queda a la noche

unos acordes de campaniles.

Un cuadro de plata y azabache

en la ciudad dormida

con sus puntitos amarillos

de luz cansada y mortecina.

Perfume de mirto,

misterios y secretos.

Un canto de fuente

y unos jardines oscuros.

Por ahí anduvo tu cuerpo pequeño

y tu melodía en un andar de vaivén.

Escondidos y predilectos rincones,

farolas sin luz y ramas desnudas

goteando sobre el cemento gris

en un llanto pausado

mientras nuestros besos destilaban

el licor amoroso jamás bebido.